miércoles, 16 de marzo de 2011

un día.

De vez en cuando necesitamos un día. Un día para llorar, para gritar, para odiar y querer al mundo a la vez, para desahogar todas esas cosas que dejamos en nuestra cajita de seguridad sólo por si acaso. Para pensar en lo que ya no está y en todo lo que hemos conseguido. Un día para coger todo el aire que podamos y respirar muy muy profundo, para preparar cada pequeño cambio en nuestra vida. . Y no sé hacia donde voy, nunca lo sé. Lo que sí sé es con quien quiero ir. También sé que una sonrisa robada por alguien en el momento justo puede salvar un mal día. Que las cosas también pueden estar destinadas a salir bien.  Que aunque a veces me rodee de nubes negras sé que muy dentro hay algo que brilla tanto que a veces tengo que cerrar los ojos para creérmelo. Eso voy a hacer. Voy a cerrarlos y a seguir creyendo. Aunque a veces tenga la sensación de que todo se desmorone alrededor. Aunque quiera salir corriendo algunos días sólo para asegurarme de que realmente quiero regresar. Porque me cansé de tanta vida gris, de que cada pequeña cosa que haga no se vea y se pierda entre las nubes, de lo superficial, de lo práctico. Nunca fui una persona práctica, prefiero lo complicado, el día a día, el subir peldaño a peldaño y llegar hasta arriba. No quiero cogerme a un globo que suba y se pinche al mínimo soplo de aire. Y voy arrastrando mi propio peso, mi maleta siempre más llena que nunca. Me lo voy llevando todo hasta que encuentre un lugar seguro donde quedarme. Donde pueda tragarme todos mis miedos, que no me asalten tantas dudas cada vez que intento desabrochar el cinturón de seguridad. Sé que sola conseguiría muchas cosas, quizá más de las que pienso. . pero ahora, ahora necesito a alguien que me arrope. Necesito una tarde que me cosa la sonrisa en la cara, aunque el efecto se pierda en cuestión de horas. Y es que no puedo, no puedo. . no quiero sentirme más así. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario